martes, 10 de mayo de 2011

LOS 10 MANDAMIENTOS PARA SER BUENOS PADRES...




1.Demuéstrale lo mucho que lo quieres.
Todos los padres quieren a sus hijos pero :
¿Se lo demuestran cada día?, ¿Les dicen que son lo más importante que tienen, lo mejor que les pasó en la vida?. No es suficiente con atender sus necesidades, consolarlo cuando llora, preocuparse por su sueño, su alimentación, los cariños y los mimos son imprescindibles. Los padres que no escatiman besos y caricias tienen hijos más felices, cariñosos con los demás y pacientes con sus compañeros de juegos. Demostrarles que nuestro amor es incondicional será vital para su futuro. Sólo quien recibe amor es capaz de transmitirlo. No se van a malcriar porque reciban muchos mimos, siempre respetando las normas de convivencia.


2.Mantén un buen clima familiar.
Para los niños, sus padres son el punto de referencia que les proporciona seguridad y confianza. Aunque sean pequeños, perciben enseguida un ambiente tenso o violento. Es mejor evitar discusiones en su presencia, pero cuando sean inevitables, hay que explicarles, en la medida que puedan comprenderlo, que es lo que sucede.
Si nos callamos, pueden pensar que ellos tienen la culpa. Si presencian disputas entre sus padres, asumen que la violencia es una forma válida para resolver las discrepancias.


3.Educa en la confianza y el diálogo.
Para que se sientan queridos y respetados, 
es imprescindible fomentar el diálogo. Una explicación adecuada a su edad, puede hacer milagros. Y ¡Nada de amenazas!. No debemos prometerles nada que luego no podamos cumplir, se sentirían engañados y su confianza en nosotros se vería seriamente dañada. Si nos ha surgido un problema, y no podemos ir con ellos al cine, tal como les habíamos prometido, tendremos que aplazarlo, pero nunca anular esa promesa.


4. Debes predicar con el ejemplo.
Existen muchos modos de decirles a nuestros hijos lo que deben o no deben hacer, pero, sin duda, ninguno tan eficaz como poner en práctica aquello que se predica. Es un proceso a largo plazo, porque los niños necesitan tiempo para comprender y asimilar cada actuación nuestra, pero dará excelentes resultados. No olvidemos que ellos nos observan constantemente y “toman nota”. No está de más que, de vez en cuando, reflexionemos sobre nuestras reacciones y el modo de encarar los problemas. Los niños imitan los comportamientos de sus mayores, tanto los positivos como los negativos, por eso, delante de ellos, hay que poner especial cuidado en lo que se dice y cómo se dice.

5. Comparte con ellos el máximo de tiempo.
Hablar con ellos, contestar sus preguntas, enseñarles cosas nuevas, contarles cuentos, compartir sus juegos...es una excelente manera de acercarse a nuestros hijos y ayudarles a desarrollar sus capacidades.


6. Acepta a tu hijo tal y como es.
Cada niño tiene una personalidad propia. A veces los padres se sienten defraudados porque su hijo no tiene las cualidades que ellos esperaban y experimentan una sensación de rechazo. El niño debe ser aceptado y querido como es.


7. Enséñale a valorar y respetar lo que lo rodea.
No es necesario mantener una disciplina exagerada, sino una buena dosis de constancia y naturalidad. Si se le enseña a respetar las pequeñas cosas, aprenderá a respetar su entorno y a las personas que lo rodean.


8. Los castigos no le sirven para nada.
Los niños recuerdan los castigos, pero olvidan que hicieron para merecerlos. Si las penalizaciones se convierten en técnica educativa habitual, los niños pueden volverse increíblemente imaginativos. Disfrazarán sus actos negativos y tratarán de ocultarlos.


9. Prohíbele menos, elógiale más.
Es estimulante para el hijo saber que los padres valoran sus progresos y se sienten orgullosos de él. Reconocer y alabar es mejor que lo que se suele hacer habitualmente: intervenir sólo para regañar.


10. No pierdas nunca la paciencia.
Por más que te desafíen con sus gestos, sus palabras o sus negativas, no debemos perder los estribos. De lo contrario, el daño que les hacemos es muy grande. “No te aguanto” “¿Por qué no serás como tu hermano?” , merman su autoestima. En caso de que se nos escape una frase descalificadora, debemos pedirles perdón. 
Reconocer nuestros errores es positivo para ellos.